Es sabido que el cine y la televisión acuden a un recurso trillado pero eficaz: la tensión sexual no resuelta. Es eso que el espectador percibe entre dos personajes relacionado con un interés romántico, pero que no se cristaliza por diversas razones y trae situaciones divertidas o tensas, que dan vida a la trama y la relación entre éstos. Y miren que aunque se usa la palabra “sexual” puede tratarse de amor, o aunque se use la palabra “romántico” puede ser sólo atracción; y hago esta aclaración porque no falta el que dice “no veo entre ellos nada sexual, pero sí veo que se están enamorando”. O_o
El asunto es que, desde siempre, cuando uno ve a una pareja televisiva, hombre y mujer, inmediatamente piensa que bien podrían enamorarse y estar juntos. Poco importa que sean distintos (los polos opuestos se atraen), se detesten (del odio al amor…) o sean como hermanos (siempre puedes descubrir que tu mejor amigo es tu media naranja). La película “Cuando Harry encontró a Sally” tiene como tema central la eterna pregunta: ¿pueden un hombre y una mujer ser solamente amigos, sin que lo sexual se interponga?, pues el protagonista tiene la convicción de que dos personas de sexo opuesto no pueden ser simplemente amigos.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando esos dos personajes no son del sexo opuesto? ¿Cambia algo? Tal vez en la mente de muchos espectadores esa sea una razón para borrar la posibilidad de un romance o atracción física, emocional o sexual, pero, cof cof, para mí no. Pues porque las mujeres se enamoran de mujeres y los hombres de hombres hace mucho y si existe la posibilidad de que dos compañeros de trabajo, primos, amigos, se enamoren, no veo la dificultad adicional a que lo hagan dos personas del mismo sexo.