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29 de abril de 2011

Don’t call me sweetheart

Advertencia: Para este post tratamos de encontrar fotos feas de estas chicas pero al final se hizo lo que se pudo.

Una de las cosas que más me duele leer, y que leo más seguido de lo que quisiera, es que la protagonista de Fringe es fea. Yo supongo que lo dicen por sus orejotas, su boca ancha y su gran nariz. Tal vez sea que porque como buena agente del FBI jamás va por ahí con tacones a menos que esté en una misión secreta. Tal vez son las chaquetas que usa o el insípido peinado de pelo suelto, trenza o cola de caballo. Tal vez sea su voz ronca y su ceño fruncido. No lo sé, no me voy a extender aquí sobre lo que yo considero belleza en una mujer. Pero les aseguro que todo lo que he enumerado hace parte de los puntos a favor que yo encuentro en Olivia Dunham y no lo contrario.

Si algo me enamoró del personaje que interpreta Anna Torv en estos momentos es que es una agente del FBI hecha y derecha. Y sí, eso implica que su prioridad sea su trabajo. Aunque sea una mujer. Porque parece que la opinión general pide a gritos que las protagonistas de las series, y más si son heroínas de acción, antes que cualquier otra cosa deban ser: bonitas. (Oh, cuánto hemos retrocedido desde Ripley). Y lucir sexy. Y mostrar su fragilidad y sentimientos. Y poner el corazón delante. Creo que Broyles ya la hubiera despedido.


20 de septiembre de 2010

Tensión (homo) sexual no resuelta


Es sabido que el cine y la televisión acuden a un recurso trillado pero eficaz: la tensión sexual no resuelta. Es eso que el espectador percibe entre dos personajes relacionado con un interés romántico, pero que no se cristaliza por diversas razones y trae situaciones divertidas o tensas, que dan vida a la trama y la relación entre éstos. Y miren que aunque se usa la palabra “sexual” puede tratarse de amor, o aunque se use la palabra “romántico” puede ser sólo atracción; y hago esta aclaración porque no falta el que dice “no veo entre ellos nada sexual, pero sí veo que se están enamorando”. O_o 

El asunto es que, desde siempre, cuando uno ve a una pareja televisiva, hombre y mujer, inmediatamente piensa que bien podrían enamorarse y estar juntos. Poco importa que sean distintos (los polos opuestos se atraen), se detesten (del odio al amor…) o sean como hermanos (siempre puedes descubrir que tu mejor amigo es tu media naranja). La película “Cuando Harry encontró a Sally” tiene como tema central la eterna pregunta: ¿pueden un hombre y una mujer ser solamente amigos, sin que lo sexual se interponga?, pues el protagonista tiene la convicción de que dos personas de sexo opuesto no pueden ser simplemente amigos. 

Ahora bien, ¿qué pasa cuando esos dos personajes no son del sexo opuesto? ¿Cambia algo? Tal vez en la mente de muchos espectadores esa sea una razón para borrar la posibilidad de un romance o atracción física, emocional o sexual, pero, cof cof, para mí no. Pues porque las mujeres se enamoran de mujeres y los hombres de hombres hace mucho y si existe la posibilidad de que dos compañeros de trabajo, primos, amigos, se enamoren, no veo la dificultad adicional a que lo hagan dos personas del mismo sexo.